Le Projet Système Participatif de Garantie (SPG)
C'est l'histoire d'un projet de certification participative entre l'Espagne et la France... Créer et renforcer les liens entre paysans et mangeurs, valoriser les pratiques des premiers, comprendre les enjeux d'un territoire pour les seconds. Récit d'un projet qui permet de continuer à rêver.... et ce n'est que le début !

BioEspuña nace de un sueño familiar -José, Cristóbal y Alberto Marín- de comercializar los frutos ecológicos de esta familia de agricultores desde hace varias generaciones. Pregunta simple y esencial: cómo ganarse la vida con la agricultura ecológica y campesina en una región -Murcia- que sufre todo el peso de los estragos del agronegocio (cultivo convencional de árboles y horticultura destinados a la exportación para su distribución masiva en Europa). Acercándonos lo más posible a los consumidores finales…

José y su esposa Amparo, los padres, siempre han sido agricultores. Ya ancianos, ya no están activos, pero siguen siendo referencias valiosas para preservar las raíces de la agricultura familiar y al mismo tiempo comprender los cambios contemporáneos. Hace 30 años, Cristóbal (foto abajo), su hijo mayor, inició la reconversión de su finca al cultivo ecológico (naranjos, limoneros, algarrobos, almendros y albaricoqueros), fue la primera finca de la comarca en llevar llevar a cabo esta transformación. En cuanto a Alberto, desde sus orígenes campesinos hasta sus estudios de ingeniero forestal, no tenía intención de volver a la agricultura. Pero rápidamente se preocupó por esta pregunta: "¿Cómo podemos remunerar mejor a los productores? ¿Y qué debe resistir un agricultor?". Una serie de reuniones en Francia le llevaron a recurrir a una red de consumidores que desean apoyar la agricultura ecológica al otro lado de los Pirineos, comprando frutas no producidas en Francia. Desde hace 10 años, la comercialización se realiza a través de varios grupos de consumidores como AMAP, grupos de compras, mercados de agricultores, comités de empresa, etc.

Cristóbal Marín, en su parcela de Algarrobos, árboles bien adaptados al cambio climático

Si la agricultura orgánica es esencial para la cooperativa y sus productores, la certificación oficial resulta insuficiente para ellos porque no reconoce la dimensión social y ambiental, teniendo en cuenta sólo la parte técnica de las prácticas autorizadas, o no. De ahí una reflexión desde hace tiempo en BioEspuña sobre cómo promover el enfoque integral, el trabajo que se realiza en las explotaciones agrícolas y sobre la importancia social de mantener empleos de calidad y que se preocupen por el bienestar de las mujeres y hombres de la región. De ahí esta reflexión en torno a los Sistemas Participativos de Garantía….

¿Pero de qué estamos hablando?

Un Sistema Participativo de Garantía (SGP) es un método de certificación alternativo a la certificación oficial por terceros realizada por un organismo público o privado según el país, o incluso las comunidades autónomas como es el caso de España. “Participativo” porque este sistema se basa en la participación de diferentes actores en el proceso de evaluación de las prácticas para certificar que cumplen con los requisitos elegidos, con reconocimiento a través de un signo de calidad o un sello. La “Garantía” es la del cumplimiento de prácticas basadas en especificaciones, criterios de evaluación y visitas de control. En este caso, estamos hablando de prácticas vinculadas a la actividad agrícola en las explotaciones agrícolas.

En BioEspuña la idea es la siguiente: acercar consumidores a granjas de España, ver cómo trabajan los agricultores y realizar encuestas para evaluar prácticas con otros productores. Con varios representantes en grupos una vez al año para visitar las fincas y mantener el vínculo con los agricultores.






Carlets, visita a su finca y debate en su invernadero



“- Porque queremos involucrar a todas las partes interesadas en el proceso de certificación (productores, procesadores, consumidores, comerciantes, etc.) para tener puntos de vista y enfoques complementarios. 

- Porque vemos varias desviaciones dentro del ámbito de la agricultura orgánica: los aspectos sociales y ambientales han sido evacuados de este movimiento aunque son fundamentales para nosotros.

- Porque estamos comprometidos a promover las prácticas de los agricultores que van más allá de la normativa ecológica oficial.

- Porque queremos reforzar el conocimiento mutuo y la cohesión entre agricultores, entre agricultores y consumidores a pesar de la distancia geográfica:

    • Del lado de los consumidores, el desafío es descubrir las prácticas, las limitaciones, las realidades de los agricultores, pero también las especificidades del territorio, el contexto local (económico, social, cultural, político).
    • Por parte de los agricultores, se trata de poder explicar las opciones de producción, compartir problemas y éxitos y tener testigos.

Y así crear una dinámica de comprensión mutua de las realidades y de superación de cada persona.

    • Por el lado de BioEspuña, un tema adicional es el de la selección de productores integrados a la red de comercialización (selección por el momento realizada por Alberto y Cristóbal). ¿En qué criterios deberíamos basarnos además de la certificación orgánica oficial?

Este último se mantendrá, en particular para la exportación (transición de España a Francia), complementado con un Sistema Participativo de Garantía que podría proporcionar una perspectiva más global del enfoque. La perspectiva es, en efecto, la de la reapropiación de la garantía, y más allá de la alimentación, la agricultura, la distribución…”

Visita a la almazara Casa Pareja (izquierda) y a la cooperativa de envasado (derecha)

Desde la primavera de 2022, tras la desaceleración ligada a la crisis del COVID, se ha compartido más ampliamente la reflexión para iniciar la implementación de este Sistema Participativo de Garantía.

El equipo francés impulsa la dinámica teniendo en cuenta la particular configuración Francia-España (1.000 km entre las cestas y los huertos)... Reunión tras reunión, parece evidente que hay que ir a ver sobre el terreno para afrontar el ideal desde un puñado de comensales (a veces expertos en el tema) hasta la realidad de las explotaciones en cuestión, pasando simplemente por descubrir estas explotaciones y encontrarse con los agricultores.

De ahí este viaje en febrero durante una buena semana, once personas, seis fincas visitadas... con una parte de trabajo colectivo (creación de cuestionarios, toma de notas, imágenes, resúmenes, valoraciones actuales o menos candentes...) y por supuesto una gran parte dedicada a visitar granjas y conocer a los agricultores.

El grupo estaba formado principalmente por clientes de los productos de BioEspuña, consumidores pero también agricultores (aún en activo o jubilados) para algunos; dos empleadas de BioEspuña, Nadia y Julie, empleadas respectivamente en la cooperativa desde 2020 y 2015; y Cristóbal y Alberto Marín.


El encuentro es sin duda lo primero que hizo posible este viaje: entre ciudadanos consumidores y agricultores de ambas orillas de los Pirineos, inicialmente unidos por las frutas consumidas por un lado y producidas por el otro. Conocerse en la vida real: nada mejor para comprender las realidades mutuas... Porque detrás de las cajas de naranjas, limones, pomelos, las latas de aceite y las bolsas de almendras, hay hombres y mujeres comprometidas con mantener una agricultura orgánica campesina económicamente viable y ecológicamente resiliente.

Nos encontramos con pioneros ecológicos con un apego muy fuerte a la tierra”, pero también con agricultores recién asentados que intentan reconstruir granjas familiares, convertirlas en ecológicas y replantar árboles para luchar contra la desertificación.

Cristóbal y Marí-Carmen Parcela de almendros con abono verde

Gracias a  este viaje, los consumidores pudieron descubrir otro territorio y comprender mejor los problemas. Detrás de la gama de productos que comercializa BioEspuña conviven territorios muy diferentes: huertas de almendros, pistacheros, nogales y olivos de secano (secano) en mesetas semiáridas; áreas de cultivo de cítricos cerca de ríos donde el riego es posible (y necesario) pero donde la batalla por el agua y el acaparamiento de tierras por parte de las multinacionales está muy extendida. Este pequeño grupo SPG se está convirtiendo poco a poco en un colectivo de testigos de las luchas y de los desafíos de este territorio (acaparamiento de tierras en beneficio de proyectos fotovoltaicos de gran envergadura, expolio de los recursos hídricos, precariedad de los oficios agrícolas, desertificación de determinados territorios...).

Finalmente, quien dice SPG, dice construir juntos de manera participativa. De nuevo, ¡una apuesta exitosa! El pequeño grupo pudo reunir herramientas y documentos (cuestionarios, toma de notas, imágenes, resúmenes, evaluaciones actuales o menos inmediatas, etc.) e identificar colectivamente criterios y delinear puntos de referencia. 


Descubrimiento de los demás, aventura colectiva, creación y mantenimiento de conexiones humanas, esto es lo que aportó este proyecto SPG. Es en este estado de ánimo que nuestros viajeros regresarán: enriquecidos por estos maravillosos encuentros y vigorizados al hacerlo juntos. Para repetir el viaje cada año a las fincas con un nuevo grupo de 10 a 12 personas cada vez, parece necesario construir y validar puntos de referencia (criterios de evaluación), herramientas (cuestionario, apoyo a la restitución) con los campesinos; y establecer reglas operativas, pensar en la gobernanza.

Le podcast de Wil : 


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